Amor, dolor, poder

Ma Yuan, En Un Camino de la Montaña, en Primavera

El dolor del corazón puede ser suave y gentil; como una picazón, puede limitarse a señalarte el lugar de tu incomodidad.

Puede también ser insoportable, terrible, abrasador.

Y cuando lo es, ¡cuidado!

Porque puedes caer en la tentación y lanzarte contra él -o contra los reflejos que arroja sobre lo que te rodea. Puedes responder al dolor con el poder.

Lo cual, invariablemente, trae sólo más dolor.

O puedes detenerte, pararte y ver; y pedirle, con cariño y dulzura, que se aleje de tu alma uno o dos centímetros para que le eches una mirada, lo conozcas, le pongas nombre. Puedes aprender a comprenderlo, a sentir compasión por él, a amarlo.

Lo cual, invariablemente, desvanece tu dolor.

No es que el poder sea “malo” -ningún pecado lo es; es sólo que es ilusorio.

Un peso de encima

Lo maravilloso, sin embargo, es que descubres de repente que un montón de asuntos ya no te importan –y que esa tonelada que llevabas siempre encima se ha esfumado sin dejar rastro.

Sigues encorvado, claro –es la costumbre, nada más.

Ya son varias las veces que me ha pasado lo mismo. La noticia de una pérdida irreparable trae consigo un ramalazo de aflicción por demás insoportable; y luego se diluye sin apoltronarse en mi alma.

Porque quince segundos después del “¡Oh! ¡Nunca más…!” escucho el “Un momento: pero ya la habías perdido… Y has vivido así durante años. ¿Por qué, pues, te perturba ahora?”

Ya la has perdido. ¿Por qué, pues, te dejas perturbar ahora?

Lord Byron

So, we’ll go no more a roving

So, we’ll go no more a roving
So late into the night,
Though the heart be still as loving,
And the moon be still as bright.

For the sword outwears its sheath,
And the soul wears out the breast,
And the heart must pause to breathe,
And love itself have rest.

Though the night was made for loving,
And the day returns too soon,
Yet we’ll go no more a roving
By the light of the moon.

George Gordon Noel Byron, Lord Byron