Hoy me he sentido vacío. No sólo eso: he sentido como si mi estómago se consumiera a sí mismo, como si hubiese de alimentarme de mí hasta implosionar.
Vacío. Es curioso: habitualmente abundo en descripciones más o menos acertadas de mis propios estados; descripciones y teorías.
Hoy, no hubo teorías, ni descripciones: sólo una palabra, vacío.
Y una imagen: yo era un árbol, quizá un sauce, no lo sé. Todos somos árboles; y estamos compuestos de capas que se amontonan en torno a un núcleo hueco. La vida va carcomiendo esas capas -lenta, inexorable, maligna- hasta desvelar el hueco –que se funde así con el universo.
El caso es que nos carcome desde dentro.