Casino Royale, o El Nacimiento de un Psicópata

James Bond

Casino Royale, la nueva de Bond.

Más violenta y cruel y mejor guionada que muchas de las más recientes.

Sin embargo, creo que debería titularse de otro modo.

Debería llamarse “Cómo crear a un psicópata”.

Porque, a fin de cuentas, en eso se transforma Bond en esta ordalía, que marca, en realidad, su nacimiento como personaje (en el estilo de lo que se ha dado en llamar prequel).

James Bond, que deja de ser humano para volverse un despiadado asesino (o “operative“, si lo prefieren). Y lo hace porque pierde el último cable con el mundo de los seres humanos -con la emoción, la pasión, el amor y el sufrimiento.

Y ese es, como sabemos en virtud de innumerables fuentes, el bautismo de sangre de cualquier psicópata.

Psicópata al que, en este caso, admiramos o envidiamos; que encarna nuestro lado más salvaje y destructivo.

Casino Royale

Nadie se engaña: en realidad a Bond le da igual su país, la Reina o el MI6. Es agente secreto, descubrimos, por tres razones: el narcisismo, el sadismo y la venganza. Lo primero, porque disfruta de vencer y humillar a los enemigos más poderosos y astutos del mundo; lo segundo, porque le encanta pelear, matar y torturar -ni siquiera duda antes de hacerlo.

Lo tercero -¡tendrán que ver la película!