No por la abstinencia sino por la sabiduría

Angel - William Blake

Angel - William Blake

Men are admitted into heaven, not because they have curbed and governed their passions, or have no passions, but because they have cultivated their understanding. The treasures of heaven are not negations of passion, but realities of intellect, from which all the passions emanate, uncurbed in their eternal glory. The fool shall not enter into heaven, be he ever so holy.

[Los hombres entran al paraíso no por haber refrenado y controlado sus pasiones, o por no tenerlas, sino por haber cultivado su entendimiento. Los tesoros del paraíso no son la negación de la pasión sino las realidades del intelecto, del cual emanan todas las pasiones, intactas en su eterna gloria. El tonto, por santo que sea, nunca entrará al paraíso.]

Otra clase de sacerdotes, llamados poetas

La mejor descripción de la esencia de la terapia -y de todo lo que es curativo para el alma- fue escrita no por un psicólogo sino por un novelista:

No niego -dijo- que deba haber sacerdotes para recordar a los hombres que algún día han de morir. Sólo digo que en ciertas épocas extrañas, es necesario que exista otra clase de sacerdotes llamados poetas, para recordar efectivamente a los hombres que todavía no están muertos.

Manalive, G. K. Chesterton

El mismo espíritu, juguetón, bondadoso y bizarro, se encarna en todas partes y bajo miles de disfraces. Está En el Terry Gilliam de “Las Aventuras del Barón de Munchaussen”:

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Escapar (o “El Andariego, otra vez”)

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¿No sientes a veces el deseo -urgente, ineludible, brutal, palpitante- de escapar?

No, no porque las cosas vayan mal. Eso es lo más terrible y fascinante: quieres escapar mientras todo va muy bien. Y aunque va bien -de hecho, precisamente porque va bien- te mueres por huir.

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Aguarda, aguarda un momento. No es “escapar” la palabra correcta. Es, acaso, no fijar, dejar caer, seguir, flotar, ser conducido, moverse… Nunca echar raíces, nunca sentar cabeza. Sólo, sencillamente, ser.

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Pensad en el caballo

BuscaTresMundos

Pensad en el caballo. El caballo trepaba por entre las grietas de un cerro de gemas; la fuerza que lo impulsaba era el amor al hombre.

Pensad en Mizzer, el planeta de recreo, donde el coronel Wedder, su dictador, reformó la cultura tan bruscamente que la decadencia se convirtió en atrocidad.

Pensad en Genevieve, tan rica que era prisionera de su fortuna, tan hermosa que era víctima de su belleza, tan inteligente que sabía que nada podía torcer su destino.

Pensad en Casher O’Neill, un vagabundo entre los planetas, sediento de justicia pero anhelando que la “justicia” no fuera sólo un sinónimo de “venganza”.

Pensad en Pontoppidan, literalmente una gema: un planeta cuyos habitantes eran demasiado ricos e industriosos para disfrutar de la buena mesa, el aire libre o mucha diversión. Sólo tenían diamantes, rubíes, turmalinas y esmeraldas.

Sumadlo todo y tendréis una de las historias más extrañas que hayan circulado de mundo en mundo.

En el Planeta de las Gemas, Cordwainer Smith

Robert Graves, psicólogo

Desde hace algunos años imparto en la Universidad San Francisco de Quito una asignatura de Interpretación de los Sueños; un taller práctico en el que más que revisar teorías nos dedicamos a explorar y descifrar los sueños de cada uno clase a clase.

Pese a reconocer la importancia de las ideas de Freud y Jung, el método que empleo para interpretar se basa únicamente en dos grandes maestros: Calvin S. Hall y Eugene Gendlin.

Curiosamente, ninguno de ellos enfatizaba la interpretación en sí, sino el trabajo con el soñante; como dice Hall, entender un sueño es comprender al soñante -la forma en que experimenta al mundo, a los demás y a sí mismo.

El Sentido de los Sueños, de Robert Graves

Hoy he dado, por pura casualidad, con una pequeña joya: El Sentido de los Sueños, de Robert Graves -de quien he hablado repetidas veces y a quien admiro con frenesí.

Sabía que era un poeta incomparable, un novelista excelente y un mitógrafo aventurado y extravagante; ignoraba que, además, hubiese sido un psicólogo nato y perspicaz; que ya en 1924, con sólo 29 años, hubiese publicado un opúsculo corrigiendo a Freud y Jung y anticipándose a Hall, a Suzanne Langer y al mismo Gendlin.

Pero no me extraña, visto lo visto; no me extraña, dada la dolorosa sabiduría de sus poemas.

When a dream is born in you
With a sudden clamorous pain,
When you know the dream is true
And lovely, with no flaw nor stain,
O then, be careful, or with sudden clutch
You’ll hurt the delicate thing you prize so much.

Dreams are like a bird that mocks,
Flirting the feathers of his tail.
When you seize at the salt-box,
Over the hedge you’ll see him sail.
Old birds are neither caught with salt nor chaff:
They watch you from the apple bough and laugh.

Poet, never chase the dream.
Laugh yourself, and turn away.
Mask your hunger; let it seem
Small matter if he come or stay;
But when he nestles in your hand at last,
Close up your fingers tight and hold him fast.