Secretos del lenguaje no verbal

Todo el mundo sabe qué es el “lenguaje no verbal“: sencillamente, el conjunto de gestos, tonalidades y movimientos que acompañan la comunicación verbal modificando o calificando su sentido. Se dice, por ejemplo, que “el 80% de la comunicación es no verbal”, que es la clave para el éxito en las relaciones, que “el cuerpo habla”…

Es cierto que la comunicación corporal es crucial para transmitir efectivamente lo que queremos decir y para interpretar lo que nos dicen los demás. Y es verdad que conocer sus secretos es de gran ayuda para dar una conferencia exitosa o presentarse positivamente en una entrevista.

Pero, antes de develarlos, hay que desbrozar el camino. Existen muchos mitos acerca de ella, ideas erróneas que muchas personas han adoptado y mantenido por la fuerza de la costumbre. Ideas que impiden su comprensión y crean un inmerecido halo de magia y misterio en torno a quienes afirman dominarla. Continue reading

“Soy terapeuta, a secas”: el fin de las escuelas psicoterapéuticas, última parte

En anteriores entregas he afirmado que las escuelas terapéuticas deben desaparecer. He presentado tres razones:

  1. La mayor parte de terapeutas eligen “escuela” no por su eficacia sino porque coincide con sus prejuicios y visión del mundo;
  2. Según la investigación, el principal predictor del éxito en terapia no es la técnica o “corriente” que el terapeuta emplee sino la interacción entre su persona y las de los pacientes, sobre todo en lo que se refiere a su capacidad de crear alianzas terapéuticas sólidas y negociar contratos terapéuticos viables, lo cual requiere una visión fundada en la esperanza, no en el déficit;
  3. Los hallazgos de la neurociencia, la psicoterapia empírica, la ciencia cognitiva y la psicología social convergen, lentos pero inexorables, hacia un núcleo de hipótesis comunes, la más importante de las cuales es la intersubjetividad radical (y, añado ahora, el dejar atrás las perspectivas centradas en la homeostasis para alcanzar otras más eficaces y plausibles, centradas en el cambio adaptativo y los equilibrios dinámicos).

Y añadido una cuarta, más general y ubicua, que dejé inconclusa en la anterior entrega: la “mentalidad ingenieril” o “mecanicismo”, la suposición de que comprender y controlar son una y la misma cosa; de que el ser humano “funciona” como una máquina y puede, por ende, ser manejado pulsando los botones adecuados (llámense “estímulos”, “recompensas”, “incentivos” o “castigos”).

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